Está en una plaza tranquila, sin tráfico, lo que en Nápoles se agradece mucho. Tiene una terraza exterior muy agradable y los camareros son simpáticos. Es un lugar estupendo para desayunar, precios razonable y bollería del día. La lástima es que los desayunos en toda la ciudad se basan en dulces (croisants de muchos tipos, brioches, tartas....) y se echan en falta tostadas y algo salado, pero esto pasa en todas las cafeterías de la ciudad. Visítalos, te gustará.